Y luego caminan. Con frío y algo de calor. Camino a casa. Lo hacen más largo, callejeando, sin saber muy bien dónde se meten. No les duele la despedida, sino la incertidumbre de esa despedida. Pero continúan, y en el fondo piensan que no son el uno para el otro. Sin embargo, siguen tarareando y las calles se hacen un suspiro. Y así, consiguen despedirse y se guardan el poco calor que les queda para cuando haga falta.
No hay manera de volver a ese día. Entendí que había amores que habitaban en las copas de vino. Entendí que había amor en las cosas sin nombre..
..y aun así creo que le encontré.