lunes, 8 de agosto de 2011

Anoche estuvo aquí, otra vez..




-Te lo pido. No, te lo ruego: ¿podrías cerrar la boca aunque solo fueran cinco minutos?

Se sentaron sobre la hierba a unos metros del puente, escribieron unas palabras y las leyeron. Cuando empezó a oscurecer él comenzó a tocar su canción. Ella lo escuchaba y, aunque lo miraba ensimismada, no advirtió de inmediato la perplejidad de esa noche. Se acomodó entre los largos brazos de hierba, tumbada de espaldas. Cerró los ojos y sus oídos abrazaron las notas.

En el mundo no se hablaba de otra cosa. Los titulares de los periódicos se deleitaban con ello..

Algunas noches, sentada, sumergida en el agua, se imaginaba el aroma que se dibujaba en sus ropas. Era, sobre todo, el de la amistad, un olor que también descubría en ella. Lo adoraba. Lo aspiraba en su brazo y sonreía mientras el agua se enfriaba.