sábado, 1 de octubre de 2011

Polvo de estrella


Miré el reloj. Pasaba ya la media noche cuando llegué al portal. Me di cuenta de que las estrellas alumbraban más de la cuenta. Había hecho casi todo el camino en silencio, observándolas. Caminábamos separados. Ni siquiera sé dónde se encontraba. Arrastraba todavía la mirada que me había propinado horas antes bajo la gran moqueta roja. Era una mirada que conocía bien. Una miraba que me preguntaba si tenía la menor idea de lo que estaba pasando por su mente. Las últimas horas habían transcurrido en otro mundo, otro escenario, un universo de roces, de miradas que no entendía y que se comían la razón y la vergüenza. Ahora, camino de regreso a la realidad. Esa que siempre me provoca una inquietud que no tiene ni nombre.