domingo, 9 de enero de 2011

Donde habita el recuerdo


Ahí viene. Mi padre. Viene de lejos, como siempre. Más guapo que nunca. Más joven, más relajado, más tranquilo. Más sonriente. Lo veo llegar a lo lejos. Lleva la bolsa de mano de entonces, de un color cuero cálido, casi rojizo. La sujeta con orgullo bajo el brazo, agarrándola con la mano de un extremo. Me sonríe y se acerca. Parece más joven todavía. Me pone la mano en la cara como ha hecho siempre, sabe que me encanta el aroma que emana de ella. Lo hacía con tanto amor que casi me turbaba. Al contrario de cuando intentaba sacarme fotos. Intentaba escapar cada vez. Para él tenía mucha importancia y yo resoplaba. No me gustaba nada quedarme quieta y posar. Entonces. Una cosa es segura: ahora le concedería el tiempo de sacarme todas las fotos que quisiera. 

Y me mira con esos ojos que no puedo olvidar, que veo tal vez cada mañana en el espejo, pero que hoy me conmueven. ¿Los míos? ¿Los suyos? No lo sé. Está muy joven. Como yo nunca pude conocerlo. Tal vez porque entonces yo no existía. Él aún no había decidido hacerme este regalo..