domingo, 19 de septiembre de 2010

Ellos también duermen


Dos rayos de sol atraviesan su habitación. Trepan por los bordes de la cama, por el edredón, por su cabello, por sus brazos desnudos. Abre los ojos ante la cálida caricia de un nuevo día. El despertador aún no ha sonado. Se sube el edredón, tapándose hasta la barbilla. Permanece con los ojos aún entornados, las manos sobre la almohada, sin moverse. De repente suena el despertador, fastidioso e insistente. Se mueve con desgana en la cama y alarga el brazo buscándolo a tientas sobre la mesilla. Se topa con algunos libros dejados a medias. Encuentra el despertador y lo apaga.

Se viste de blanco y viene a mi encuentro..