viernes, 30 de octubre de 2009

Tic-tac


      Siempre que el niño se siente felíz, haga lo que haga, siempre hay alguien que le dirá: ¡No hagas eso!. El niño lo va comprendiendo poco a poco: -siempre que me siento felíz por algo, eso es malo-. Y naturalmente, nunca se siente felíz haciendo lo que los demás le dicen que haga, porque para él no es un impulso espontáneo. Y así llega a saber que estar triste está bien y ser felíz está mal.

      Si quiere abrir el reloj para ver lo que hay dentro, toda la familia se le echa encima gritando: ¡No, vas a romper el reloj. Eso es malo! El niño solo estaba mirando el reloj, por curiosidad científica. Quería saber porqué hace tic-tac. Estaba actuando bien. Y el reloj no es tan valioso como su curiosidad, como su mente inquisitiva. El reloj no vale nada -aunque lo destroce-, pero cuando la mente inquisitiva queda destruida, se ha destruido mucho más: el niño no volverá a indagar para averiguar la verdad..